Miguel Ángel
Escultor, pintor y arquitecto italiano. Habitualmente se reconoce a Miguel Ángel como la gran figura del Renacimiento italiano, un hombre cuya excepcional personalidad artística dominó el panorama creativo del siglo XVI. La vida de Miguel Ángel transcurrió entre Florencia y Roma, ciudades en las que dejó sus obras maestras. Dio sus primeros pasos haciendo copias de frescos de Giotto o de Masaccio que le sirvieron para definir su estilo.
Durante los cerca de setenta años que duró su carrera, Miguel Ángel cultivó por igual la pintura, la escultura y la arquitectura, con resultados extraordinarios en cada una de estas facetas artísticas.
En 1496 se trasladó a Roma, donde realizó dos esculturas que lo proyectaron a la fama: el Baco y la Piedad de San Pedro, esta última, su obra maestra de los años de juventud, es una escultura de gran belleza y de un acabado impecable que refleja su maestría técnica. Al cabo de cinco años regresó a Florencia, donde recibió diversos encargos, entre ellos el David, el joven desnudo de cuatro metros de altura que representa la belleza perfecta y sintetiza los valores del humanismo renacentista.
Julio II le pidió también que decorase el techo de la Capilla Sixtina, encargo que Miguel Ángel se resistió a aceptar, puesto que se consideraba ante todo un escultor, pero que se convirtió finalmente en su creación más sublime, alrededor de las escenas centrales, que representan episodios del Génesis, se despliega un conjunto de profetas, sibilas y jóvenes desnudos, en un todo unitario dominado por dos cualidades esenciales: belleza física y energía dinámica.
- La Creación de Adán
Pintura al fresco que se realizó entre 1508 y 1512 como parte de las obras de la Capilla Sixtina, representa el episodio del Génesis, el primer libro conocido en el Antiguo Testamento en el que se describe la creación del mundo y del hombre por obra de Dios.
La Creación de Adán sigue el mismo método de representación que la Creación de Eva, fingiendo dos planos de realidad, uno de los cuales es la misma realidad del espectador. Dios, tras haber creado luz y agua, fuego y tierra, a todos los animales y seres vivos, decide crear un ser a su imagen y semejanza, crearse de nuevo a sí mismo. Dios llega a la tierra en una nube, rodeado de ángeles y envuelto en turbulencias que crea su mismo poder irresistible. En tierra, la figura de Adán ya está modelada, esperando ser inyectada de vida. Adán está totalmente pegado a la tierra, como surgiendo de ella: su mano se levanta débilmente, sin fuerza propia, sin objetivo. Y en ese punto el dedo de Dios concentra toda la fuerza terrible de la creación para transmitirla a su criatura y convertirla en lo que es, el detalle aislado de las dos manos resume en sí mismo el misterio de la creación, de la vida humana.
- David
Escultura de mármol que se realizó entre 1501 y 1504, con una altura de 571 cm, por encargo de la Opera del Duomo de la Catedral de Santa María del Fiore de Florencia. La escultura representa al Rey David bíblico en el momento previo a enfrentarse con Goliat, y fue acogida como un símbolo de la República de Florencia frente a la hegemonía de sus derrocados dirigentes, los Médici, y la amenaza de los estados adyacentes, especialmente los Estados Pontificios, superó todo el legado plástico de la estatuaria antigua y labró su fama como cima de la escultura clasicista del Renacimiento. Pero también es el punto de partida para el desarrollo de la dicción manierista, con la poderosa energía concentrada, la cabeza grandiosa de mirada altiva y donatelliano rictus, la mano robusta y algo exagerada, y cierta disposición en zigzag del cuerpo a la vez reposado y tenso. Aunque en principio estaba destinada a decorar la fachada de la catedral florentina, se colocó ante el palacio de la Señoría por consejo de una comisión nombrada al efecto de la que formaron parte Botticelli y Leonardo, y el pueblo de Florencia la consideró como monumento al triunfo de la democracia sobre el poderío de los Medicis.
Leonardo Da Vinci
Nació en 1452 en la villa toscana de Vinci, hijo natural de una campesina, Caterina y de Ser Piero, un rico notario florentino. Su enorme curiosidad se manifestó tempranamente, dibujando animales mitológicos de su propia invención, inspirados en una profunda observación del entorno natural en el que creció. su gran imaginación creativa y la temprana maestría de su pincel, no tardaron en superar a las de su maestro El joven discípulo utilizaba por vez primera una novedosa técnica recién llegada de los Países Bajos: la pintura al óleo, que permitía una mayor blandura en el trazo y una más profunda penetración en la tela. Además de los extraordinarios dibujos y de la participación virtuosa en otras obras de su maestro, sus grandes obras de este período son un San Jerónimo y el gran panel La adoración de los Magos (ambos inconclusos), notables por el innovador dinamismo otorgado por la maestría en los contrastes de rasgos, en la composición geométrica de la escena y en el extraordinario manejo de la técnica del claroscuro.
- La última Cena
Pintura al fresco que se realizo entre 1495 y 1497, esta técnica es muy exigente y precisa de una gran labor previa para poder ejecutar el trabajo metro a metro, sin repintes, sin bocetos, sin correcciones. Leonardo jamás controló esta técnica. A cambio, inventó un método personal que le permitía corregir lo ya pintado. Sin embargo, los aglutinantes empleados o la calidad de los pigmentos no fue la óptima, y el color se degradó a los pocos meses de ser ya terminada. El encargo de la Ultima Cena lo efectuó Ludovico el Moro, duque de Milán. Lo quería para el monasterio de Santa María delle Grazie, que había convertido en la capilla familiar de los Sforza. El duque solía ir a cenar los jueves con el abad, y pidió a Leonardo que adornara la sala con este fresco. La composición de Leonardo ha resultado crucial. Su éxito se basa en la fuerza psicológica de la escena. Contra lo habitual hasta el momento, el pintor no centra la escena en el momento de la consagración del pan, la institución de la Eucaristía, sino en el momento en el que Cristo denuncia la traición de uno de los discípulos. Ante su palabra, cada discípulo reacciona de una manera diferente, lo que permite realizar a Leonardo un completo estudio de los temperamentos humanos: la cólera, la sorpresa, la incredulidad, la duda... la culpabilidad. Judas no está, como tradicionalmente, a un extremo de la mesa, sino en medio, sin hablar con nadie. No sólo eso. La manera tradicional de organizar un grupo tan abundante en un friso horizontal, se solía colocar dos grupos de seis a ambos lados de Cristo. Pero Leonardo los distribuye en grupos de tres. Destaca a Cristo no con los atributos conocidos, como el halo de santidad, sino con una ventana tras él, abierta al paisaje, cuya luz natural destaca su figura. La composición tuvo un enorme éxito y su repercusión alcanzó la obra de artistas tan consagrados como Alberto Durero, que llegó a variar incluso la composición de un grabado suyo para distinguirlo de la obra del italiano.
- La Gioconda
Pintura que se utilizó la técnica del óleo sobre tabla, se realizo entre 1503 y 1506, La fascinación que ha ejercido a lo largo de los siglos y el poder que tiene sobre la mirada del espectador obstaculizan un análisis objetivo, dado el icono en que se ha convertido para la cultura del mundo moderno y contemporáneo. En ella se citan todas las características de la pintura de Leonardo: el empleo del sfumato, técnica que difumina suavemente los rasgos hasta hacer indefinibles los contornos; el hermoso paisaje del fondo, agreste, salvaje y de un matizado tono azul que lo hace desaparecer en un degradado invisible; la ambigüedad del rostro, la indefinición sexual que la hace parecer una mujer, un mito de androginia que tiene referencias inacabables con teorías filosóficas y religiosas; y, por encima de todo, la sonrisa más melancólica y misteriosa de la historia del hombre. El retrato es el de Madonna Lisa, la señora Lisa, la esposa de Francesco del Giocondo, de donde toma su sobrenombre. Leonardo retuvo consigo el retrato hasta su muerte, no dejó de trabajar en él y, por supuesto, jamás se lo entregó a su cliente. De sus manos pasó a la colección real de Francia y hoy puede verse en el Museo del Louvre, protegida por un panel blindado y envuelta en un remolino de turistas que la fotografían sin cesar.
Rafael
Pintor y arquitecto italiano. Sus obras representan el paradigma del Renacimiento por su clasicismo equilibrado y sereno basado en la perfección de la luz, la composición y la perspectiva. Su padre, que fue el pintor y humanista Giovanni Santi, lo introdujo pronto en las ideas filosóficas de la época y en el arte de la pintura, pero falleció cuando Rafael contaba once años; para ganarse la vida, a los diecisiete años trabajaba ya como artista independiente.
En 1508, el papa Julio II lo llamó a Roma para que decorara sus aposentos en el Vaticano. Aunque contaba sólo veinticinco años, era ya un pintor de enorme reputación. En las habitaciones de Julio II, conocidas en la actualidad como Estancias del Vaticano, Rafael pintó uno de los ciclos de frescos más famosos de la historia de la pintura.
Entre 1509 y 1511 decoró la Estancia de la Signatura, donde pintó las figuras de la Teología, la Filosofía, la Poesía y la Justicia en los cuatro medallones de la bóveda, para desarrollar de forma alegórica estos mismos temas en cinco grandes composiciones sobre las paredes: El triunfo de la Eucaristía, La escuela de Atenas, El Parnaso, Gregorio IX promulgando las Decretales y Triboniano remitiendo las pandectas a Justiniano, estas dos últimas alusivas a la justicia. En un espacio de gran amplitud, organizado con un perfecto sentido de la perspectiva, Rafael dispone una serie de grupos y figuras, con un absoluto equilibrio de fuerzas y una sublime elegancia de líneas. No se puede pedir mayor rigor compositivo ni un uso más magistral de la perspectiva lineal.
A partir de 1518, Rafael se ocupó de la decoración de las Logias del Vaticano con pequeñas escenas del Antiguo Testamento envueltas en paneles de grutescos. La Transfiguración, última obra del artista, es considerada por algunos el compendio perfecto de su arte. Sus trabajos arquitectónicos, de menor importancia que los pictóricos, incluyeron la dirección de las obras de San Pedro del Vaticano.
- Las Gracias
Pintura que se utilizó la técnica del óleo sobre tabla, se realizó entre 1504 y 1505 encargado por un importante noble italiano a Rafael al poco de llegar el artista a Florencia. Siempre se ha considerado a Scipione di Tomaso Borghese como el cliente pero en la actualidad se especula con la posibilidad de Francesco Maria della Rovere, apuntándose también como el protagonista del retrato de Joven con manzana. Las tres figuras simbolizarían las Hespérides, ofreciendo la eternidad a sus afortunados elegidos como en el caso del comitente. Las Gracias están inspiradas en las esculturas clásicas por las que Sanzio manifestó una interesante admiración a su llegada a la capital de la Toscana, convirtiéndose posteriormente en Roma en conservador de las antigüedades romanas. En las figuras podemos apreciar la incorporación del movimiento a sus composiciones, alejándose del estatismo de la escuela de Umbría con Perugino a la cabeza. Las Gracias se insertan con sabiduría en el paisaje, iluminadas por un potente foco de luz que acentúa la belleza de sus cuerpos, cubierto el de la derecha con un transparente velo mientras que sus compañeras se exhiben al desnudo.
Posiblemente Rafael siguiera como modelos camafeos o medallas antiguas, teniendo también como punto de referencia las escenas mitológicas que Botticelli había elaborado para los Medici. La suavidad y dulzura que caracteriza la pintura de Sanzio se empieza a poner de manifiesto, inspirándose en los trabajos Leonardo así como en Fra Bartolomeo.
- La escuela de Atenas
Pintura que se utilizó la técnica del fresco que se realizo entre 1509 y 1510, posiblemente la más famosa de su producción. La Escuela de Atenassimboliza la Filosofía, situándose frente a la Disputa del Sacramento. El maestro ha introducido la escena en un templo de inspiración romana, posiblemente siguiendo los proyectos de Bramante para la basílica vaticana, enlazando con la idea del templo de la Filosofía evocado por Marsilio Ficino. Las figuras se sitúan en un graderío, formando diversos grupos presididos por los dos grandes filósofos clásicos: Platón, levantando el dedo y sosteniendo el "Timeo", y Aristóteles, tendiendo su brazo hacia adelante con la palma de la mano vuelta hacia el suelo con su "Ética" sujeta en el otro brazo, representando las dos doctrinas filosóficas más importantes del mundo griego: el idealismo y el realismo. Ambos personajes dialogan y avanzan ante un grupo de figuras que forman un pasillo. A la izquierda encontramos a Sócrates conversando con un grupo de jóvenes; en primer plano aparece Zenón con un libro que sostiene un niño mientras lee Epicureo; sobre la escalinata se sitúa Heráclito, tomando la efigie de Miguel Ángel por modelo posiblemente como homenaje a la decoración de la Sixtina; Diógenes echado sobre las escaleras; a la derecha Euclides junto a sus discípulos midiendo con un compás; Zoroastro y Ptolomeo con la esfera celeste y el globo terráqueo respectivamente. En estas figuras se ha querido ver la representación de las disciplinas que componían el "Trivium" y "Quadrivium". Los diferentes grupos de personajes se ubican de manera simétrica, dejando el espacio central vacío para contemplar mejor a los protagonistas, recortados ante un fondo celeste e iluminados por un potente foco de luz que resalta la monumentalidad de la construcción. En las paredes del templo contemplamos las estatuas de Apolo y Minerva así como las bóvedas de casetones y los espacios abiertos que dominan el edificio, creando un singular efecto de perspectiva. Vasari dijo refiriéndose a Rafael: "fue en la composición de las historias tan fácil y rápido que competía con la palabra escrita". Esta referencia es perfectamente aplicable a esta escena donde los gestos, las expresiones o los movimientos de las figuras están interpretados con sabiduría, creando un conjunto dotado de gracia y vitalidad. Los colores son muy variados, utilizando brillantes tonalidades con los que refuerza la personalidad de las figuras y la variedad y monumentalidad del conjunto. Con esta imagen, Sanzio demuestra la superación definitiva de los modelos florentinos iniciando su floreciente periodo romano.
Donato Donatello
Escultor italiano. Junto con Alberti, Brunelleschi y Masaccio, fue uno de los creadores del estilo renacentista y uno de los artistas más grandes del Renacimiento. Su formación junto a Ghiberti le dejó un importante legado técnico pero casi ningún vestigio estilístico, ya que desde sus comienzos desarrolló un estilo propio basado en la fuerza emocional, y en un singular sentido del movimiento.
Su revolucionaria concepción de la escultura resulta evidente ya en las grandes estatuas para nichos destinadas a Orsanmichele y la catedral de Florencia. La gravedad y el realismo de estas monumentales figuras de mármol contrastan vivamente con la gracia y el decorativismo del gótico internacional, el estilo vigente en Europa hasta entonces. Donatello comenzó esta serie en 1411 con el San Marcos y la concluyó en 1436 con el llamado Zuccone. A esta serie pertenece también el San Jorge, su primera obra famosa, de la que Vasari afirmó: «Posee el maravilloso don de moverse dentro de la piedra».
En 1443, el artista se estableció en Padua, seguramente después de haber recibido el encargo de esculpir la estatua ecuestre del Gattamelata, la primera de tamaño natural desde la Antigüedad. Realizada al estilo del Marco Aurelio romano, posee la fuerza expresiva característica de sus estatuas anteriores, una fuerza que se transmite también al caballo, representado con brío y vitalidad.
En la misma ciudad obró el retablo mayor del santuario de San Antonio, en el cual combinó siete estatuas y cuatro relieves, en una disposición que fue modificada en el siglo XVI. En estos relieves, que representan los milagros de San Antonio, son por igual magistrales el sentido dramático y la organización del espacio. Donatello volvió en 1454 a Florencia, donde esculpió sus obras de mayor fuerza emocional en las que trabajó las posibilidades expresivas de la deformación. A este período corresponden Judit y Holofernes y la sublime María Magdalena, en madera. Aunque no tuvo un heredero directo, Donatello influyó de forma decisiva en la escultura florentina hasta comienzos del siglo XVI.
- David de Bronce
Estatua hecha en bronce por 1430, posee un modelado y proporciones clásicas si bien la actitud de la figura muestra relación con la gracia de algunos modelos de Ghiberti. La figura muestra a un joven pensativo, no exento de cierta melancolía, que ofrece, por encima de la normatividad del clasicismo, una nostálgica poética del sentimiento identificativa de las obras de Donatello.
- María Magdalena Penitente
En 1453, Donatello
volvió a su ciudad natal, Florencia, y allí recibió el encargo para hacer una Magdalena penitente que tenía que ubicarse en el baptisterio de San Juan de Santa María de Fiore y que actualmente se encuentra en el Museo dell'Opera del Duomo. El escultor se inspiró en "La leyenda dorada" deJacopo de la Vorágine donde se relata el retiro de Maria Magdalena. Para conseguir la redención de sus pecados ejerció de ermitaña en, según se cree, el sur de la actual Francia. Realizada en madera policromada, el artista planteó una mujer madura demacrada, cubierta con una prenda de piel completamente ajada, un largo pelo que le cubre el cuerpo. Es una escultura de pie, con las manos huesudas en acto de oración, con un rostro fatigado y dolorido, con unos pómulos muy marcados por su extrema delgadez. Sus ojos son profundos y la boca entreabierta presenta una dentadura mellada. Este enorme expresionismo fuera de los cánones de la antigüedad llamó mucho la atención en los ordenados humanistas. Preconizó el sufrimiento expuesto en las mejores tallas del barroco hispano e italiano de corte religioso.
Sandro Boticelli
Pintor italiano. Muy valorado en la actualidad, Sandro Botticelli no se cuenta entre los grandes innovadores del Renacimiento, sino que se inscribe más bien en un grupo de pintores que rehuyó el realismo a ultranza y se inclinó por un estilo basado en la delicadeza, la gracia y un cierto sentimentalismo.En 1470, Botticelli, que contaba ya con un taller propio, se introdujo en el círculo de los Médicis, para los que realizó sus obras más famosas. Fue toda una novedad en aquella época realizar obras de gran formato que no fueran de temática religiosa, y ello se debió seguramente a la vinculación del mecenas con la filosofía neoplatónica, cuyo carácter simbólico debían reproducir las obras encargadas. De ellas se han realizado interpretaciones de enorme complejidad, que van mucho más allá de su gracia evocadora.El hecho de que en 1481 fuera llamado a Roma para decorar al fresco la Capilla Sixtina junto con otros tres grandes maestros, hace suponer que ya gozaba de un gran prestigio. A su regreso a Florencia realizó obras, como la Natividad mística, más solemnes y redundantes, probablemente influido por la predicación tremendista de Savonarola. Se le deben también bellísimos dibujos para un manuscrito de la Divina Comedia de Dante.Eclipsado por las grandes figuras del siglo XVI italiano, Botticelli ha permanecido ignorado durante siglos, hasta la recuperación de su figura y su obra a mediados del siglo XIX.
- Nacimiento de Venus
Pintura que se utilizó la técnica de témpera sobre lienzo que se realizo en 1485, es una de las obras más famosas de Botticelli. Fue pintada para un miembro de la familia Médici, para decorar uno de sus palacios de ocio en el campo. El tema mitológico era habitual en estos emplazamientos campestres, surgiendo imágenes como la Primavera o Venus y Marte. Venus es la diosa del amor y su nacimiento se debe a los genitales del dios Urano, cortados por su hijo Cronos y arrojados al mar. El momento que presenta el artista es la llegada de la diosa, tras su nacimiento, a la isla de Citera, empujada por el viento como describe Homero, quien sirvió de fuente literaria para la obra de Botticelli. Venus aparece en el centro de la composición sobre una enorme concha; sus largos cabellos rubios cubren sus partes íntimas mientras que con su brazo derecho trata de taparse el pecho, repitiendo una postura típica en las estatuas romanas de las Venus Púdicas. La figura blanquecina se acompaña de Céfiro, el dios del viento, junto a Aura, la diosa de la brisa, enlazados ambos personajes en un estrecho abrazo. En la zona terrestre encontramos a una de las Horas, las diosas de las estaciones, en concreto de la primavera, ya que lleva su manto decorado con motivos florales. La Hora espera a la diosa para arroparla con un manto también floreado; las rosas caen junto a Venus ya que la tradición dice que surgieron con ella. Técnicamente, Botticelli ha conseguido una figura magnífica aunque el modelado es algo duro, reforzando los contornos con una línea oscura, como si se tratara de una estatua clásica. De esta manera, el artista toma como referencia la Antigüedad a la hora de realizar sus trabajos. Los ropajes se pegan a los cuerpos, destacando todos y cada uno de los pliegues y los detalles. El resultado es sensacional pero las pinturas de Botticelli parecen algo frías e incluso primitivas.
- Mapa del infierno
En esta pintura se utilizo la tecnica del temple que se realizo entre 1480 y 1490, Botticelli ilustró en varias ocasiones la Divina Comedia de Dante, relacionándose personalmente con el escritor, a quien hizo un retrato. Se ha planteado la posibilidad de que la ilustración que contemplamos corresponda a una serie destinada a Lorenzo di Pierfrancesco de Médici, uno de los más importantes mecenas del pintor. La escena recoge diversas imágenes del poeta acompañado de Virgilio contemplando el octavo círculo del infierno, organizado en diez fosas donde los pecadores expían sus penas eternamente. Las blanquecinas figuras son maltratadas por los oscuros demonios, en sintonía con la visión del infierno que transmite El Bosco en sus retablos. La situación ideológica en aquellos momentos finales del siglo XV hacía continuas referencias al fin del mundo, momento aprovechado por Savonarola para "purificar" la ciudad de Florencia, realizando diversas hogueras donde los florentinos quemaban sus objetos de lujo y ocupando el poder de un estado teológico-policial que fue suprimido al ahorcar a Savonarola en la Piazza della Signoria, acusado de herejía, quemando más tarde su cuerpo.
El Bosco
Pintor holandés. Debe su nombre a su ciudad natal, en la que al parecer permaneció durante toda su vida. Fue hijo y nieto de pintores, por lo que su educación tuvo lugar probablemente en el taller familiar, y realizó un matrimonio ventajoso, que le permitió vivir desahogadamente, entregado a su vocación por la pintura, que le reportaría un gran éxito. No muchos años después de su muerte, personalidades como el rey Felipe II fueron coleccionistas fervorosos de sus obras,Aunque se desconoce la cronología de su producción artística, se cree que pertenecen a la primera época sus obras más convencionales, como El charlatán o La crucifixión. En el centro de su carrera se sitúan sus realizaciones más famosas, una serie de creaciones abarrotadas de figuras, completamente al margen de la iconografía de la época, ambientadas en paisajes imaginarios y repletas de elementos fantásticos y monstruosos, tales como demonios o figuras medio humanas y medio animales, que conviven con figuras diáfanas y paisajes tranquilos y encantadores.Después de estas obras magistrales, en las que algunos intérpretes ven la representación de la locura humana, realizó cuadros más tranquilos y positivos (El hijo pródigo), para cerrar su carrera con una serie de obras sobre la Pasión de Cristo, en las cuales la figura bondadosa del Salvador aparece rodeada de una muchedumbre de seres deformes y de rostros bestiales.
- Adoración de los Magos
Pintura realizada con la técnica de oleo sobre madera en el año 1510, este tríptico formó parte originariamente de la colección personal de Felipe II. Sin embargo, resulta sorprendente dentro del estilo minucioso y fantástico de El Bosco, puesto que presenta un retablo de formato y tema perfectamente tradicionales. Se la considera obra tardía, y pese a su normalidad aparente, las intrusiones extrañas tan frecuentes en el maestro también se deslizan en esta apacible escena. Aparecen los donantes que encargaron la pintura, representados en los laterales. En la tabla central, la Adoración de los Reyes Magos empieza a mostrar personajes extraños, movimientos inexplicables. Destaca la presencia bufonesca de los pastores, grotescos, que han trepado al tejado del pesebre para contemplar la escena; tras ellos, dos ejércitos se aprestan a un violento encontronazo, desligado de la serenidad del tema principal. El propio rey negro viste extraños ropajes, adornados con símbolos, y un dragoncillo se enrosca sobre el vaso de su ofrenda. Para coronar la situación, un grupo de personajes siniestros asoma por uno de los ventanucos, tras la Virgen, liderados por un rey oriental semidesnudo, enjoyado, con una sonrisa que más parece una mueca. ¿Su identidad? Tal vez se trate de Herodes, tal vez sea el Anticristo que amenaza la llegada de Cristo, tal vez el hereje Balaak, herido en la pierna, como se observa en su tobillo: una llaga cubierta por un brazalete transparente... Demasiadas incógnitas, como casi siempre que nos enfrentamos a la obra de este pintor.
- Las Tentaciones de San Antonio
Pintura realizada con la técnica de oleo sobre tabla entre 1505 y 1506, el San Antonio y la reina de los diablos, Vuelo y caída de San Antonio así como esta escena central con las tentaciones, son de lo mejor de la producción de El Bosco. Cerrado, el tríptico nos muestra dos escenas de la pasión de Cristo en grisalla, tal y como hizo en otras obras como por ejemplo el tríptico del Juicio Final. En la tabla central, que es la que ahora vemos, se concentran todo tipo de tentaciones. El rostro sereno del santo está en el centro geométrico del cuadro, hacia el que convergen los diferentes grupos de monstruos y personajes grotescos. Los monstruos ocupan los cuatro elementos: vuelan por el aire, escapan del fuego del incendio en el horizonte, caminan o se arrastran por la tierra y bullen en el agua oscura del río inferior. Los personajes que salen de una cereza incitan a la lujuria. Los que preparan la mesa junto al santo invitan a la gula. La confusión general promueve la herejía y la pérdida de la fe, ante lo que el santo tan sólo puede reaccionar con la plegaria. En la torre en ruinas podemos vislumbrar un altar con el crucifijo que indica la única vía segura de salvación.
Massacio
Pintor italiano. La carrera artística de Masaccio es interesante, primero, por la sorprendente relación entre la brevedad de su vida (murió a los veintisiete años) y la importancia, además de relativa abundancia, de sus creaciones, y segundo, por su aportación decisiva al Renacimiento, ya que fue el primero en aplicar las reglas de la perspectiva científica. Su primera obra documentada, el tríptico de San Juvenal (1422), es una creación que supera plenamente el gótico. En el posterior políptico para el Carmine de Pisa (1426), la composición a base de pocas figuras esenciales y la plasmación natural de la luz definen su estilo característico, que se despliega plenamente en su obra maestra: el ciclo de frescos sobre la vida de San Pedro y la expulsión del Paraíso, que pintó para la capilla Brancacci de Santa Maria del Carmine, en Florencia, en colaboración con Masolino. Las figuras de Adán y Eva expulsados del Paraíso son prototípicas de la concepción que Masaccio tenía de la pintura, basada en la masa y el volumen de las figuras, en una única fuente de luz y en la representación científica de la perspectiva.
Probablemente, en 1428, Masaccio realizó su última obra: un fresco de la Trinidad en Santa Maria Novella, que ha pasado a la posteridad como un ejemplo emblemático de perspectiva y composición. Poco después de acabar esta pintura, Masaccio se trasladó a Roma, donde murió de repente, se ha llegado a decir que por envenenamiento. Era una figura prácticamente desconocida, pero su obra no tardó en proyectarlo al primer plano de la actualidad y ejerció una gran influencia durante el Renacimiento.
- San Pedro cura a los enfermos con su sombra
Pintura realizada con la técnica del fresco entre 1424 y 1428. Presenta el momento -recogido en los Hechos de los Apóstoles- en el que san Pedro sana a los tullidos con su sombra. La escena se desarrolla en una calle florentina, ubicada según los especialistas en la zona de San Felice in Piazza debido a las balconadas típicas de los edificios medievales y la iglesia y el campanile que encontramos al fondo. Sin embargo, el paramento almohadillado del palacio del primer plano recuerda al Palazzo Pitti realizado por Brunelleschi. La perspectiva resulta la gran protagonista de la composición, interesado Masaccio en trasmitir la sensación de profundidad. Las figuras gozan de una monumentalidad escultórica y de una expresividad que serán admiradas por artistas futuros como Piero della Francesca. Se han identificado algunos personajes como el hombre del turbante rojo -Masolino-, el anciano de barba blanca -Donatello- o el san Juan, Giovanni, el hermano del pintor, apodado "Scheggia".
- La expulsión de Adán y Eva del paraíso
Pintura que se realizo con la técnica del fresco entre 1424 y 1428. Algunos especialistas quieren ver aquí la primera obra que realizó Masaccio en la capilla, aunque existen diversas opiniones. También se ha lanzado la idea de un fresco en sucesivas fases, considerándose que la primera figura sería el ángel de la zona superior, después se ejecutó Adán, posteriormente Eva y, por último, la puerta del Paraíso de donde procede la luz divina. A finales del siglo XVII los sexos de ambas figuras se cubrieron de ramajes - especulándose que ocurriera en tiempos de Cósimo III, de famosa mojigatería - que han sido recientemente eliminados. La escena está cargada de dramatismo, destacando los rostros de ambos personajes y la actitud de Adán al llevarse las manos a la cara, así como la dureza y sequedad del paisaje por donde se encaminan las figuras. Sus cuerpos desnudos están inspirados en las estatuas clásicas y en las obras de Donatello, interesándose por los efectos anatómicos y volumétricos a través de la iluminación empleada. El fondo azulado se aleja de la capa de pan de oro que servía de cierre en los tiempos góticos, iniciándose con Masaccio la búsqueda de la perspectiva típica delQuattrocento.
El Greco
Pintor español, El Greco desarrolló su peculiar estilo y la mayor parte de su trayectoria artística en España. Se formó en su isla natal como pintor de iconos, antes de trasladarse a Venecia, donde conoció la obra de Tiziano yTintoretto, artistas que, junto con Miguel Ángel, fueron los que más influyeron en su pintura.
A partir de 1570, tras una estancia de siete años en Roma, El Greco se trasladó a Toledo por invitación del canónigo Diego de Castilla, quien le encargó un retablo para la iglesia de Santo Domingo el Antiguo. Llevaba diez años en Toledo cuando Felipe II le encomendó una obra para el monasterio de El Escorial; pero El martirio de san Mauricio no gustó al soberano español, quien ya nunca volvió a contar con el artista.Ello supuso una decepción enorme para El Greco, ya que aspiraba a convertirse en pintor de corte, pero no entorpeció su carrera, puesto que era ya un pintor solicitadísimo tanto por los aristócratas como por los eclesiásticos toledanos. No es de extrañar, por tanto, que su obra sea extraordinariamente fecunda.Se conocen algunas de sus creaciones anteriores a su llegada a España, lo cual permite afirmar que El Greco creó su peculiar estilo después de su establecimiento en Toledo, seguramente influido por el fervoroso ambiente religioso de la ciudad. Sus figuras alargadas, pintadas con pincelada fluida, parecen criaturas inmateriales, carentes de solidez física e imbuidas de una intensa espiritualidad. A ello hay que añadir su paleta originalísima, de colores fríos, que consigue efectos sorprendentes con los rojos, los azules y en particular los blancos, de una rara intensidad y nitidez.
En los últimos años de su carrera el artista pintó dos celebrados Paisajes de Toledo y un cuadro mitológico, Laocoonte, que sorprende por su temática, inusual en la España del momento. Sobre un fondo de hermoso paisaje, las figuras de Laocoonte y sus hijos se retuercen en su lucha contra las serpientes y el artista se sirve hábilmente de sus contorsiones para dotar a la obra de una composición admirable.
Máximo exponente del manierismo pictórico en España, El Greco es también la primera figura de proyección universal de la pintura española y uno de los grandes genios de la historia del arte.
- La Anunciación
Pintura realizada con la técnica de oleo sobre lienzo entre 1596 y 1600, siendo fundamental para apreciar la evolución de su estilo. Esta imagen que contemplamos es el boceto preparatorio para la Anunciación del Museo del Prado, destinada originalmente al retablo del Colegio de Nuestra Señora de la Encarnación en Madrid, conocido popularmente como el Colegio de Doña María de Aragón debido a que esta dama fue su fundadora. El Greco emplea dos marcadas diagonales que se cruzan en la paloma del Espíritu Santo, avanzando el lenguaje barroco; la escena se divide en dos zonas ocupadas, la inferior, por la Virgen María y el arcángel San Gabriel, y la superior por un coro de ángeles músicos en el tradicional Rompimiento de Gloria que acompaña a la mayoría de los trabajos del cretense. Las luces están inspiradas en la Escuela veneciana, eliminando el color allí donde impactan con más fuerza como en la túnica de María. Las figuras son alargadas, en ese canon gigantesco que será habitual en las obras maduras de Doménikos. El Greco empleaba este tipo de figura porque era de su agrado y, por supuesto, del de sus clientes, aportando así la intensa espiritualidad que demandaba la sociedad española de la Contrarreforma.
- Cristo en la Cruz con las dos Marías y San Juan
Pintura realizada con la técnica de oleo sobre lienzo entre 1590 y 1596, El Greco y su taller realizaron buen número de estas imágenes, considerando los especialistas que pudieron ser más de una treintena, de las que sólo la imagen que contemplamos y otra propiedad del marqués de la Motilla se dan por originales de los pinceles del maestro. La figura de Cristo en la cruz se presenta en primer plano, recortada ante un cielo grisáceo recorrido por resplandores amenazadores, observándose a los pies de la cruz una zona boscosa. El escorzo de Jesús se acentúa al colocar un sólo clavo, adaptando la imagen al Manierismo; eleva su cabeza al cielo, mostrando sobre su cabeza la típica inscripción con caracteres hebreos, latinos y griegos que simbolizan la redención de la Humanidad. El canon anatómico utilizado por Doménikos tiene una ligera deuda con Miguel Ángel aunque difiere en su alargamiento casi flamígero, que exalta la espiritualidad de sus figuras, razón de su éxito. El esquema triangular empleado recuerda al Cristo con donantes del Museo del Louvre.
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